Jorge Drexler, por el placer de escribir

JORGE SANTAMARÍA / FOTO: WARNER MUSIC   03/10/2018

El cantautor uruguayo Jorge Drexler tiene en la mira una visita más a México para el año que viene.

El cantautor uruguayo Jorge Drexler tiene en la mira una visita más a México para el año que viene.

JORGE SANTAMARÍA / FOTO: WARNER MUSIC

Tesoros se esconden en las le­tras del charrúa Jorge Drexler.

Una prosa única e inva­luable. Apegada a los pe­ligrosos contextos de una sociedad escapista por ne­cesidad y supervivencia y, al mismo tiempo, desbordan­te de testimonios foráneos a la realidad de su autor: un hombre inmigrante residen­te en Madrid, enamorado de su familia; agasajado por el descanso del trotamundismo y la placentera experiencia de acostar a sus niños y llevarlos a las puertas del colegio.

Cuenta a Excélsior, con mucha y única prioridad, la apasionante convivencia jun­to a Natalia Lafourcade gra­bando Salvavidas de hielo, la canción que simboliza lo efí­mero dentro del hilo conduc­tor de su álbum, del mismo nombre, cinco veces nomi­nado al Grammy Latino. Una letra que no refleja la atmós­fera personal que hoy vive y que hizo notar durante la entrevista.

“Un acto de mucha intimi­dad”, arranca tras una pausa que hizo para dar las buenas noches a sus hijos, “restrin­girse a la realidad es muy res­trictivo, valga la redundancia. Lo dijo Eduardo Galeano: ‘es muy fácil escribir lo que se vive. Lo difícil y lo lindo es vi­vir lo que se escribe’. Me inte­resa más que lo que escribo lo haya sentido, que lo que es­cribo lo haya de verdad pasa­do de manera biográfica.

Cuando uno tiene 54 años, como los tengo yo aho­ra, puede tirar tranquilamen­te de la hemeroteca, al haber pasado por todas las etapas de las relaciones interperso­nales. La canción viene de la imagen del disco, de algo efí­mero”, describe.

Los pensamientos sobre el Grammy tenían que es­perar. Se disculpó. Le atañía narrar la aventura poética y artística que vivió con Nata­lia, encerrados en un estudio donde gestó su álbum más simple y raro hasta la fecha, según sus argumentos.

Salvavidas de hielo fue escrita como una carta de un amor fugaz, con toda el alma de su Uruguay. Hasta que lle­gó la mexicana, que floreció una vez más el folclor latino junto a Los Macorinos. El pro­ceso quedó grabado en un vi­deo que el viernes hará acto de presencia en las redes.

Volvió a ausentarse un par de segundos al auricu­lar. Una vez más los niños le requirieron.

“Fue sobrecogedor el momento final. El resultado para escuchar su noción es muy palpable por las propias cosas internas y el momen­to que suspira emoción. Me emocionó. Además, por pu­ritita verdad no se le agregó a la canción ni una coma, ni un punto ni un metro más.

La melodía la diseñó; se ha vuelto coautora. Porque la melodía que ella trajo nos lle­vó a México, cuando la can­ción era cien por ciento un viaje uruguayo”, relata.

Nadie puede negar que la pluma de Drexler, desde La luz que sabe robar (1992) has­ta Salvavidas de hielo, es par­te de la herencia de la cultura iberoamericana. Por algo lo nombraron embajador Ibe­roamericano de la Cultura. Por algo tiene cinco nomina­ciones al gramófono y tiene un Oscar en su palmarés.

Y con él sucede algo si­milar, no al cien por ciento porque tiene premios impor­tantes en su carrera, que figu­ras literarias como Jorge Luis Borges, Julio Cortázar o Carlos Fuentes, cuyo premio Nobel de la Literatura jamás les lle­gó; sin embargo, el vivir para el arte es el regalo más precia­do que tuvieron y que el mun­do les reconoce.

“Se llama el placer de es­cribir. De crear un univer­so más que se incorpora a unas 200 o 300 canciones más, como un hijo más, y que su sola presencia cam­bia al resto. Tu repertorio es un grado de placer y un pre­mio tan alto que relativiza el resto de nombramientos for­males y de premios entrega­dos por diferentes entidades de la Academia.

El que escribe y ha es­crito, ha luchado contra una canción cuerpo a cuerpo y sabe que el premio es tocar en vivo y sentir cómo alguien más la adentra en la piel, en su alma y el centro de su cora­zón”, dijo.

Aún bajo su mirada ple­namente artística, agradece al Grammy que hayan toma­do en cuenta su disco, que da voz a tres mujeres latinas: Mon Laferte, Julieta Venegas y Lafourcade. La otra parte se encuentra en describir la sen­sación del inmigrante, que padece su viacrucis desde Centroamérica hacia Méxi­co; y en las fronteras africanas hacia Europa.

Asistirá a la ceremonia el 15 de noviembre a Las Vegas, eso sí.

Pero no me siento em­bajador sinceramente. Lo acepto porque me honra; sin embargo, no tengo forma­ción diplomática (más bien tiene formación médica). Lo que sí puedo hacer es tra­tar de ser un puente en todo el espacio iberoamerica­no con músicos y conectar culturas”, agrega.

Llegó la hora de dejarlo para que siga disfrutando de su tesoro más preciado, luego de estar de gira por todos la­dos: su familia.

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