Crónica de bares: para escuchar música y echar el trago en la CDMX

Alfredo Luna Torres   10/03/2017

Alfredo Luna Torres

Nuestra ciudad, como todas las grandes ciudades del mundo, ostenta una carta tremendamente amplia de lugares que brindan esparcimiento cultural con música en vivo, comedias en modo stand up y un sin fin de actividades.

Me han pedido relatar un par de anécdotas en algunos de estos sitios, dado que que según la persona que me hace el encargo, cubro las dos caras de la moneda. Soy un visitante asiduo a este tipo de lugares tanto como músico como comensal y bebedor de hueso colorado.

La verdad, la lista es vasta, así que me ocuparé de algunos lugares solamente en los que por supuesto he tocado y he dicho salud con o sin motivos.

El Pasagüero

Foto: Sicario Tv

Antro del Centro Histórico de la Ciudad de México conocido por la presentación en vivo de bandas de rock, con un equipo bastante pro y una atención por parte de la gente de producción bastante buena.

Podría decir que en este sitio realmente les importa que el concierto salga bien y el staff es de primera. Me refiero claro, a su desempeño.

El escenario está ubicado en la parte trasera de la bodega, lo que conocemos como trastienda y en la parte frontal, cuentan con una sucursal de “La Bipolar” que ofrece una suculenta carta de antojitos mexicanos muy bien logrados.

Buenos tragos y platillos más elaborados pueden encontrarse en el menú del restaurante que resulta muy distinto a ‘La Bipo’.

El Caradura

Foto: Caradura

Antro de la Condesa, conocido también por los increíbles conciertos que ahí se realizan, el equipo de sonido va más allá de lo profesional tomando en cuenta las dimensiones del lugar y el staff está integrado por personas profesionales del audio que atienden de maravilla a las bandas.

Fue aquí donde Pez Diablo, la banda en la que su servidor canta y toca la guitarra conoció a su actual ingeniero de sonido, generador de la primera anécdota:

Cierta noche del lluvioso mes de agosto nos embarcamos en la aventura de juntar a varias bandas de distintos calibres para recaudar fondos para el CENDI, la guardería del penal femenil de Santa Martha Acatitla, que, a diferencia del penal, no cuenta con subsidio gubernamental y se mantiene con las donaciones de los y las familiares de las reclusas.

El concierto fue un éxito de principio a fin, digamos que, desde su planeación, gracias claro, a ese estricto sentido de responsabilidad de las personas que ahí laboran y el gusto que notablemente profesan por sus trabajos.

Corría la tercera canción de nuestro turno, cuando notamos que el tipo de la cabina parecía conocer nuestro trabajo a la perfección, al grado de afectar la voz en puntos clave, como si lo hubiera hecho siempre y además con tino y gracia. Acto que sin duda contribuyó a que nuestra actuación fuera de lo mejor de la noche. Nos sentíamos muy cómodos en escena y él se veía disfrutando.

Cuando terminamos les dije a los chicos que deberíamos ir y agradecerle al ingeniero y así lo hicimos.

Resultó que, en efecto, se había puesto a estudiar el disco, porque según sus propias palabras, esa era su chamba. Uno no escucha eso a menudo en este país, sinceramente.

Tienen por cierto un pequeño salón para fumar dentro del local con salida de aire que en realidad nos facilita a todos los que fumamos el incómodo paseo que representa hacerlo actualmente en cualquier sitio. Digo esto claro, en el completo acuerdo por el bienestar de los que no fuman.

La barra, ¡Uff! Atendida por chicas y chicos bien metidos en el rollo del rock nacional y además muy bien surtida, desde ajenjos y Bombay hasta un buen número de tequilas y mezcales de alto nombre.

Yo, por ejemplo, siempre canto con una anforita de baqueta que me regalaron un día y prometí que iba a usarla siempre en mis presentaciones.

Cuento esto porque es el único lugar donde les ha resultado harto divertido llenarla.

¿Puedes ponerme cuatro mezcales aquí? Claro. Risas. Atención al cliente y en este caso, al músico.

En fin, uno de los lugares donde más me ha gustado tocar. Y del ingeniero bueno, del ingeniero puedo decir que a partir de esa ocasión lo contratamos para todo. Es un pequeño lujo, pero creemos que lo valemos.

El imperial

Foto: @elimperialclub

Colonia Roma. Demasiada fama para contar con personas que no disfrutan lo que hacen.

Puede más la prisa y el “Ahí se va” y tengo que decirlo, eso que llaman malinchismo porque si la banda es internacional, aunque los conozcan sólo sus mamás la atención es otra.

La barra. Atendida por dos idiotas seguramente sin secundaria, jetones y bien seguros de que te hacen un favor al servirte, cuentan con las marcas sonadas, pero nada que puedas pedir si tienes un paladar que vaya más allá del OXXO.

Recuerdo que me dijeron al entrar que los músicos teníamos cervezas de cortesía y si queríamos algo más había que pagarlo. Me acerqué a la barra y pedí un tequila derecho, para abrir garganta y con la peor de las jetas me dijeron que no, que yo era músico y me tocaban chelas. Sí, pero quiero tequila y te lo voy a pagar, no quiero tus regalos. Bueno, casi fueron a pedir permiso para servirme, sacando lo peor de mí, cosa que no es difícil ante este tipo de trato. Cuando llegó el dichoso gerente tenía mi tarjeta en la mano porque ya no quería un tequila. Quería la botella y no tener que volver a hablar con el tipo de la barra.

Afortunadamente todavía sirve de algo se el mentado “Talento” y se me concedió.

No recuerdo que sirvieran nada de comer y no sé si hubiese querido probarlo. Horrendo lugar.

El Black Horse

Foto: Black Horse

Condesa, otra vez.

Es uno de los lugares a los que no voy por gusto sinceramente, algunas amistades han festejado algo ahí y he tenido que presentarme.

Un equipo que no tiene ni el más pobre de los grupitos de garage en ningún sitio en esta ciudad. Todo tiene falso contacto o no sirve o hay que hacer algún tipo de parche. Pobre del ingeniero que debo decir, se esfuerza porque es el único tipo del lugar que disfruta lo que hace y termina sacando las cosas.

¿La barra? Aún no sé qué idioma debo dominar para que te hagan caso.

La verdad si no perteneces al grupito Editorial/Televisivo de los amigos de los dueños puedes estar parado en la barra esperando que el monigote que ahí se postra te pele.

He tocado ahí un par de veces y les he mentado la madre otras tantas, llevando mis vicios, costumbres y cartera a cualquier otro lugar de la ciudad.

Tapas que parecen gorditas de chicharrón que escurren aceite, carne pasada, papas a la francesa que parecen ser a la Tlaxcalteca, traidoras y feas.

¿Cervezas? Cuando hay puedes tener suerte de beberte una Stella o una Carolus, pero sólo cuando hay y si no hay, tampoco esperes Pacífico.

Sólo los salva su cerveza de barril, clara u oscura, pero repito, si tienes la suerte de que te volteen a ver o si hablas el misterioso lenguaje de semejante tribu. Horrible también.

Queda pues expuesta aquí la opinión de un bebedor nada amoroso que busca en los rincones de la ciudad complicidad, tanto para su música como para su alma negra, negra y sus indiscutibles escrúpulos de poeta y loco que canta a la menor provocación y gusta de comer y beber como se debe.

No me dedico a hacer reseñas de lugares, como dije al principio del relato, me han pedido hacerlo a causa de mis hábitos. Cantar y beber.

Quiero aclarar que no les estoy calificando. Estoy contando las cosas que viví en estos sitios.

Esta hermosa ciudad tiene más, muchos más. Digamos que quise hablar de los “De moda”.

Salud.

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