Animalería: ¿Tu perro realmente es dominante?
Gustavo Reyes @GusMascotas Fotos: Pixabay 18/12/2018


Gustavo Reyes @GusMascotas Fotos: Pixabay
Mucha gente cree que tiene un perro dominante cuando, en realidad, no es así. El problema al etiquetar a un perro como dominante o sumiso es que, la mayoría de las veces, esa etiqueta no se corresponde con la realidad. Esto es debido a la confusión que suele haber entre AGRESIVIDAD Y DOMINANCIA.

Para muchas personas, un perro que se muestra agresivo con otros perros es dominante. Sin embargo un perro dominante es aquel que, frente a otro perro o persona, gana el acceso a un recurso de valor (ya sea una pelota, un juguete, un plato con comida, o incluso un lugar en el sillón o la cama), de forma repetida y consistente. El perro sumiso es el que acepta que el otro gane sin rebelarse. De hecho las posturas de sumisión que adopta un perro frente a otro, son voluntarias y no porque sea sometido por el otro perro. En las relaciones de dominancia y subordinación no hay violencia física, nadie resulta herido. La dominancia en perros es una característica de la relación entre dos individuos (perro-perro o perro-persona) frente a un recurso concreto, pero no una característica general de los perros.
Es decir que un perro puede ejercer dominancia frente a otro perro en una situación determinada, pero en cambio puede mostrar una actitud de subordinación ante ese mismo perro en otra situación o en otro lugar. Todo depende de qué tan importante sea para el perro el “recurso” por el que compite.
Hay perros que son capaces de pelear por defender una pelota y otros, en cambio, la cederán con gusto pero se mostrarán mucho más protectores frente a un plato con comida.

¿Existen los perros dominantes?
Más que afirmar que un perro es dominante o sumiso, diremos que existen perros con más predisposición a ejercer la dominancia en ciertas situaciones y perros con tendencia a adoptar actitudes más sumisas en otras.
AHORA BIEN, HAY QUE TENER CLARO QUE DOMINANTE NO ES NUNCA LO MISMO QUE AGRESIVO.
Con frecuencia se confunde al perro realmente dominante con UN PERRO MAL SOCIALIZADO eso se debe a distintas situaciones a las que no ha sido expuesto durante su etapa de cachorro o incluso en su etapa adulta. Un perro que no sabe comportarse ni con sus congéneres ni en su entorno, no quiere decir que sea dominante sino que desconoce las reglas del juego y -en la mayoría de los casos- su inseguridad le lleva a tener una actitud reactiva.
También es común que después de un incidente o una situación muy estresante con otro can o humano, el perro puede generar miedos que posteriormente le provoquen actitudes reactivas ( no agresivas) . El perro intenta "alejar" al estímulo indeseado de su zona y amedrentarle para no volver a sufrir la experiencia traumática de nuevo. Y es por ello que nunca debemos reprimir sus gruñidos por ejemplo. Estos son una advertencia de que el perro está incómodo con la situación y es su forma de decir "aléjate porque esto no me gusta". Si en lugar de atenderlo y alejarlo o alejarnos de la situación y reprimimos su advertencia, la próxima vez no avisará y es muy probable que muerda "sin previo aviso".
La agresividad es un problema del comportamiento grave que debe ser tratado ante la aparición de los primeros síntomas, ya que es entonces cuando tiene más probabilidades de tratarse y poder educar a nuestro perro hacia una actitud más tranquila y sociable.

Lo que podemos hacer para mejorar los problemas que pueden surgir por las tendencias a ejercer la dominancia, es trabajar la educación y el adiestramiento de nuestro perro, siempre en positivo, para lograr una mejor respuesta en nuestro compañero y evitar así situaciones descontroladas. Enseñarle a venir o quedarse quieto, no nos ayudará simplemente a evitar conflictos sino que también mejorará nuestra relación, fomentará su inteligencia y ayudará a que se sienta en consonancia con nosotros. Le estaremos ayudando a que entienda qué esperamos de él.
No busques el enfrentamiento. Uno de los puntos principales de la dominancia es que al igual que no permitimos que un perro la ejerza sobre otro perro o sobre algún objeto o incluso sobre un humano, es siempre tratarlo con respeto y dignidad y tampoco ejercer nuestra dominancia sobre ellos. Es decir, hay que tener claro que cuando un perro quiere competir por un objeto, territorio o individuo que es valioso para él, nunca hay que provocar la confrontación porque eso puede desencadenar la agresividad del perro. Así que lo mejor siempre es optar por ofrecerle una alternativa y darle algo que le guste mucho a cambio de abandonar aquello que protege o por lo que compite.
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