Arcade Fire en Lolla: Todo Ahora

Gonzalo Oliveros   07/08/2017

(Foto: @arcadefire)

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Gonzalo Oliveros | Colaborador

Gonzalo Oliveros lleva más de tres lustros en la creación y producción radiofónica. Comenzó como parte del equipo creativo de NRM, de donde saltó...

En las calles de Chicago, la cantidad de personas sin hogar a cambiado de forma radical en los últimos meses. Cierto, hay menos hombres y mujeres sin techo pero, ahora, monjes budistas pasean por las calles de la ciudad en solicitud de una moneda, un billete o un poco de atención.

Eso sí, aun los homeless tienen un lugar connotado y uno de ellos  se encuentra en la Avenida Michigan frente a la Torre Trump: un hombre de color en sus años maduros sostiene, en horarios de oficina, un cartel donde pide que los Estados Unidos retornen a su grandeza. Sin dinero, sin oportunidades, el americano que pide "Make America Great Again" escrito en una cartulina es ignorado por los asistentes a Lollapalooza.

No es que tengan prisa, tampoco que sea una razón de rechazo: la indiferencia es parte fundamental de una generación satisfecha por estímulos informativos y poca acción.

Será por ello que, a la entrada de Grant Park, un letrero llama a votar: por el estilo de peinado más estrafalario, la banda más conocida o, sí, su preferencia política en 2016. Buscar la participación ante la indolencia que hizo que la participación durante la elección pasada fuera la más baja de todas...con los resultados conocidos.

El último día de Lolla tuvo conocidos y novedades. Vant y Barns Courtney para comenzar con música menos complaciente y uniforme. De hecho, uno de ellos apareció con una pierna rota acompañado con una enfermera que demostrara lo distinto que es estar en un escenario en la salud y en la enfermedad.

Machine Gun Kelly prosiguió el camino de música potente y alejada del papel tapiz. La respuesta para el mediodía del domingo fue notable, más aun con un clima complicado que pasó de la posibilidad de tormenta a condiciones más que ideales. Del paraguas a los descamisados en poco tiempo.

Clima que llamó a Tove Lo a deshacerse del sostén en pleno escenario principal. Si falsos pudores, la cantante se divertía ante los red necks que, atrás de un disfraz de vanguardia, la criticaban.

Momentos antes, Charlie XCX divertía con un pop potente y llamativo pero sin futuro en el largo plazo. El recuerdo de sus éxitos y de hits ajenos como Wannabe, recuperado dos décadas después, entretuvieron a sedientos jóvenes que decidieron verla a ella en lugar del trio de Joseph, con mayor calidad musical pero menor cartel.

En el escenario BMI -sí, el de las propuestas- una mujer en sus sesentas se encuentra en primera fila. Tucker Beatheart interpreta su mezcla de country con pop para un grupo que podría ser una fiesta familiar. Nada que ver con las multitudes que han llenado el Perrys día a día con su gusto por lo repetitivo y la distracción. Durante toda esta jornada, nombres entran y salen de esa zona del parque y la música es la misma con distinto acomodo. Música adornada de grandes pantallas y mulñtiples fuegos artificiales, pero la misma.

En un intento de ir por el otro camino, Rag N Bone Man y Car seat Headrest luchan por acaparar la atención. El primer proyecto se sustenta en la voz de Rory Graham que, con fuerza, captura. El segundo decepciona ante la falta de red de protección del estudio. Falla y se le escapa un público que quiere cosas sencillas.

London Grammar se escucha, al igual que Rag N Bone Man, en la voz de su vocalista. Tiene un éxito menor en parte por la necesidad de quienes pasan por su sitio de correr, en tránsito hacia las ultimas horas de Lolla. The Shins suenan a viejo y la añoranza convoca a miles. Quien no cae en la red tiene el camino de Big Sean, Sampha y la sencillez de Sofi Tukker.

Al término de la jornada, Justice se empapa en sudor y hace bailar a los que han preferido su estética. No obstante, el cierre dorado está dos kilómetros en sentido contrario. 

Arcade Fire prepara un show sin interrupciones que viaja de lo nuevo a lo que les influye, todo con la batuta de Win Butler que insiste "sigo creyendo en este país, que no los engañen las ideas de que todo está mal", aunque lo esté.

La música de Arcade Fire es un llamado a arrebatar un futuro que está secuestrado por quienes desean hacer grande a un país desde el pasado, así solo sea demagogia, juegos mentales que alertan para despertar. Despertar lo antes posible.

Lollapalooza acaba con 800 mil artículos reportados en objetos perdidos y basura que se reporta como en 400 millones de daños y reparaciones. Pero el dinero es lo que menos importa...pregúntenle a quien pide esas monedas frente a la Torre Trump.

Se espera que el festival se lleve a cabo, una vez más, a inicios de agosto de 2018 cuando otro mundo nos espere.

De nueva cuenta.

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