Pet Shop Boys, los meros meros del synth pop
JORGE SANTAMARÍA 04/10/2017

Con arte. Los británicos demostraron que no sólo son buenos músicos, sino también maestros del diseño visual.

JORGE SANTAMARÍA
Los llaman los chicos pop, son de Reino Unido, los meros meros del synth pop. Son los Pet Shop Boys y, literal, al Domo de Cobre lo convirtieron en un Palacio de los Rebotes.
A Neil Tennant y a Chris Lowe les importa un carajo despilfarrar lana en su producción. Es su sello. Ambos aparecieron detrás de un círculo, enmascarados, como acostumbran, bajo el misterio que les gusta crear a raíz de que el primero fue editor de Marvel Comics UK.
Así, encapotados, llegó Inner Sanctum y Opportunities (Let’s Make Lots of Money) a las 21:15 horas, dos odas en las que dejaban en claro por qué son másters de la electrónica desde 1981.
Como siempre saludaron a los fans. Las mismas palabras que todo mundo sabe. Tennant tuvo el micrófono para hablar español, saludar, presentar The Pop Kids y darle la bienvenida al sencillo de su disco Super, lo más reciente de su alocada mente.
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— RMX radio (@RMXradio) 4 de octubre de 2017
La verdad es que el Palacio no se llenó, quizá algo tuvo que ver U2 como vecino en el Foro Sol, pero los que llegaron eran puros hardcore fans que les valía un comino la presencia vecina de los irlandeses.
Hubo que estar presente durante New York City Boy para saberlo. Gente con el celular estorbando la vista al de atrás, pero grabando, raza bailando, chavos con pelucas sintiéndose ochenteros, chicas reviviendo sus mejores épocas, todo mundo se soltó en una de las rolas obligatorias de los británicos.
La pantalla reflejaba los sueños de la canción, los dos músicos de apoyo la reforzaban. Lo cierto es que estar frente a un par de leyendas del synth pop sólo incrementó el deseo de desear vivir en los años 80, como siempre ocurre con las leyendas.
Sobre la pista y las gradas había muchos gay, porque Tennant es abiertamente homosexual. No sorprende que la banda se haya convertido en un emblema de la comunidad, pese a que mil veces han manifestado su neutralidad a la hora de componer.
Como en cualquier show de electrónica, sólo bastaba cerrar los ojos y sentir el beat con lo bonita que es la canción de Home & Dry, un momento para ponerse cursi.
Los visuales sólo incrementaban la experiencia musical, y la dimensión que algunos traían encima un poco de mariguana, un olor que pronto se soltó en la zona de pista cuando sonó West End Girls.
Hasta el cierre de a edición, el dúo británico aún tenía pendiente un reventón con un cóver de Village People, Go West, It’s a Sin y la infaltable Always in my Mind, entre otras que sonaron hasta casi las 23:00 horas.
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