J. R. R. Tolkien, el creador de universos
DEMIAN ERNESTO 03/01/2018

Foto: Getty Images

DEMIAN ERNESTO
John Ronald Reuel Tolkien (Bloemfontein, hoy Sudáfrica; 3 de enero de 1892 - Bournemouth, Dorset, 2 de septiembre de 1973) conoció la transición del mundo moderno y la estampida de acontecimientos (sobre todo trágicos), que configuraron la compleja relación entre regiones, países y pueblos que hoy en esencia se mantiene.
Un hombre desde joven familiarizado con la guerra y la muerte, con la maravilla de la naturaleza y con la experiencia de vivir al máximo, pese a todo. En una ocasión, todavía muy pequeño, fue picado por una tarántula; los arácnidos fueron para él icónicos en su carrera literaria (¿recuerdan ciertos pasajes de sus obras con arañas espeluznantes?).
De familia acaudalada, pudo entrar en la Universidad de Oxford, prestigiosa escuela que en el Reino Unido, le permitió conocer a personalidades literarias e imbuirse del más alto ámbito cultural de la época. Uno de sus grandes amigos fue encontrado ahí, C. S. Lewis, otro escritor de ficción, famoso por su saga Las Crónicas de Narnia.
Desde antes de su época universitaria, Tolkien supo que quería ser escritor, en parte impulsado por una decepción amatoria, en parte por sus amplias capacidades y finalmente, por el destino. Comenzaba a explorar géneros tanto del lado del lector como del escritor; escribió poemas, cuentos, pequeños textos en prosa que comenzaron a resaltar por sus inéditas cualidades imaginativas.
Sobre todo, Tolkien se propuso crear un universo distinto al nuestro, pero dentro del nuestro. Eso es la literatura, o la poesía, según Paul Éluard quien aseguraba: "Hay otros mundos, pero están dentro de éste". Para comprobar un poco lo anterior, desde la óptica de la enorme obra del sudafricano, podemos leer El Silmarillion, epopeya que cuenta los orígenes del universo tal como lo conocemos, con dioses y fuerzas particulares, con conflictos fundamentales y con una fantasía que no para su marcha hasta la última página.
Cada obra suya contiene imagenes espectaculares, busca explotar la imaginación del lector. Yo personalmente, le guardo gratos recuerdos a El Hobbit, libro que de niño leí y puedo recurrir a él con el mismo entusiasmo hoy día. Es un libro que nos deja enseñanzas, un texto didáctico (en el sentido que le dieron los romanos a la literatura). Tolkien busca aleccionar a las personas mediante la fantasía que nos regala. Busca conciliar la paz de los pueblos y la paz del alma.
Su proyecto más grande, lo sabemos, fue El Señor de los Anillos. Un libro infinito de envergadura bíblica. Un texto necesario para comprendernos hoy en día y que de cierta forma retrata la Primera Guerra Mundial y el paso desolador del hombre en la naturaleza. Los horrores de la guerra siempre han de ser los mismos, las pérdidas y el dolor, el odio aparentemente inextinguible. Pero sobre todo, la grandeza de la fe que puede salvarnos a todos.
Recomiendo empezar a leer por sus textos más sencillos y didácticos, como lo es El Hobbit. Después tal vez El Señor de los Anillos; al final de esta epopeya dejaría el Silmarillion, pues exige esfuerzos de abstracción más amplios. Recientemente se ha editado su versión de la saga de Beowulf, poema épico anglosajón que fue alabado por grandes escritores, como Jorge Luis Borges. Como sea, pero hay que leerlo todo lo posible, independientemente de las películas (que son estupendas, pero distintas), la literatura del sudafricano es un estupendo motivo para convertirse en lector de largas obras.
Tolkien creyó que con la literatura podía cambiar al mundo. Y sin darse mucha cuenta creó varios mundos, probablemente mejores que éste.
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