7 cosas que hacíamos de niños y deberíamos retomar

Entre más crecemos, más nos damos cuenta que ser niño era lo mejor de la vida, ¿o no?

En esta etapa todo era más sencillo, no teníamos idea de lo que era el estrés, las deudas, el trabajo, y nuestras responsabilidades era hacer la tarea. 

Aquí hay algunas cosas que todas hicimos cuando éramos niños, y que de retomarlas entre nuestros hábitos diarios, tal vez, podríamos mejorar nuestra calidad de vida. 

1.- Usar pijama todo el día

¿Recuerdas cuando entrabas y salías de casa con esa ropa tan cómoda? Puede haber sido porque tus padres estaban demasiado cansados ​​para cambiarte, pero ni siquiera nos importaba. Ahora, sería bueno pasar un día en nuestro atuendo más cómodo y no sentirnos mal por eso.

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2.- No hacer planes 

¿Recuerdas cuando te despertabas por la mañana sin un lugar donde estar pero sabiendo que el día sería increíble? ¿Por qué no intentas hacer eso de nuevo? ¡Y simplemente te dejas sorprender por la vida!

3.- Comer TODO lo que querías

Cuando eres niño no tienes miedo de probar todo lo que se ponga frente a ti. Mucho menos cuentas calorías consumes, así que por qué no intentas nuevamente despreocuparte un poco y le das gusto a tus papilas gustativas. 

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4.- Dormir temprano y despertar tarde

Seguro esto es lo que más anhelas hacer toda la semana, y realmente no lo cumples, y terminas 'despertando' con café, ¿no? Tal vez, si intentaras organizarte mejor y lograr arrojarte a la cama a las 10 de la noche, tu cuerpo te lo agradecería. 

5.- Tomar una siesta todas las tardes

La hora de la siesta era una de las mejores cosas de la infancia. Despertabas listo para jugar o divertirte. Ojalá en el trabajo nos dieran 20 minutos para poder cargar energía.

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6.- No peinarte 

No es que sugiramos que no te arregles; lo que proponemos es que te sientas libre de ser quién eres como eres, y si un día simplemente no te dan ganas de cepillar tu cabello, está bien, disfrútalo. 

7.- Trabajar medio día

Todas podemos estar de acuerdo en que salir de la escuela a la 1 o 2 de la tarde era lo menor. No había nada como tener el resto del día para jugar, dormir o hacer lo que más nos gustara.

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Ah, qué hermosos tiempos. ¿Qué agregarías?