Animalería: Obesidad en perros y gatos

Gustavo Reyes @GusMascotas Fotos: Pixabay   17/04/2019

Gustavo Reyes @GusMascotas Fotos: Pixabay

El sobrepeso y la obesidad se definen como una acumulación excesiva de grasa en el cuerpo. Es un problema médico importante con graves implicaciones para la salud. El excesivo aumento de peso puede afectar gravemente a la calidad de vida del perro y el gato, así como generar otras enfermedades y reducir la esperanza de vida del animal. El tratamiento consiste en la adaptación de la dieta, la introducción de cambios de hábitos y una terapia médica.

Del mismo modo que en las personas, cuando el animal consume más calorías de las que su organismo utiliza, el exceso de grasa se acumula en el cuerpo y progresivamente, llega a provocar lo que se conoce como obesidad.

La mayoría de casos de animales domésticos con exceso de peso son un reflejo directo del gran problema de la obesidad en la sociedad actual. La gran diferencia entre el sobrepeso de las mascotas y el de sus dueños es que los animales no tienen la facultad de controlar su peso, ya que dependen única y exclusivamente de lo que les sirva su dueño.

¿Cómo podemos diferenciar entre si nuestro perro o gato es obeso o simplemente es de constitución robusta?

  • A simple vista, el animal presenta un aspecto más grande de lo normal (supera entre el 15 y el 30 % de su peso estándar).
  • Al palpar el tórax, debido a la gruesa capa de grasa, no podemos contar ni diferenciar las costillas.
  • Le cuesta saltar y desplazarse, juega menos y al menor movimiento se ahoga y se cansa. Duerme menos y está de mal humor.
  • Es incapaz de dejar de comer mientras tiene comida en el plato.
  • Tiene grasa acumulada en el área lumbar y en la base de la cola.
  • El abdomen es tan ancho como el pecho.

 

De todos modos, a la menor sospecha de que nuestro perro o gato padece obesidad, lo mejor que podemos hacer es consultar a nuestro veterinario para que nos haga un diagnóstico correcto.

¿A qué se debe la obesidad?

Como ya hemos apuntado, la obesidad, generalmente, está causada por una abundante ingestión de calorías frente a un bajo consumo energético. Esta sobrealimentación, ligada a la falta de ejercicio, es una de las causas más frecuentes de la obesidad pero no la principal. Nuestra mascota puede ser obesa porque sufre de hipotiroides (un 25% de perros obesos la padecen), ha sido castrada, tiene problemas de estrés, está afectada por el síndrome de Cushing o tiene lesiones en el hipotálamo.

Dejando de lado estas últimas excepciones, los principales factores que influyen en la obesidad canina y felina son:

  • La genética: Algunas razas de perros y de gatos son más propensas que otras a engordar con facilidad.

Perros: Mestizos, Labrador Retriever, Collie, Basset Hound, Rottweiler, Golden Retriever, Bullmastiff, Carlino, Pekinés, Beagle, Perro Pastor de las Shetland, Cairn Terrier, Caniche y Teckel.

Gatos: Mestizos, Maine Coon, Bosque de Noruega, Neva Masquerade y Cornish Rex.

  • El propietario y su estilo de vida: Como bien se dice, las mascotas son el claro reflejo de sus dueños. Si un perro o gato tiene un dueño sedentario y que se alimenta de cualquier manera, lo más probable es que el animal no haga ejercicio y su dieta no sea del todo equilibrada. Tampoco es lo mismo que el animal viva con una pareja joven y dinámica que sale a menudo a hacer excursiones que con una mujer mayor que sólo sale de casa en contadas ocasiones. Generalmente, un animal que vive en un piso tiende a ser más sedentario que uno que disfruta de un jardín.
  • La edad: Hasta el año de edad, más o menos, el cachorro no alcanza su tamaño definitivo. A medida que el animal envejece disminuye la actividad y en consecuencia las necesidades energéticas. Si sigue consumiendo las mismas cantidades que cuando era joven pero se mueve menos, es lógico que acabe engordando.

 

Riesgos para la salud

  • Trastornos importantes de locomoción (artrosis, hernia discal, rupturas de ligamentos…).
  • Dificultades cardio-pulmonares.
  • Afecciones digestivas (necrosis hepáticas, estreñimiento, flatulencia…).
  • Patologías de las funciones reproductoras (la obesidad es la primera causa de infertilidad en las perras, cuyo ciclo sexual estará perturbado, y por otra parte tendrán grandes dificultades en el momento del parto).
  • Predisposición a la diabetes.
  • Aumento de los riesgos quirúrgicos (la anestesia es más difícil y más peligrosa en un animal obeso).
  • Trastornos cutáneos.
  • Problemas visuales.

 

Prevenir la obesidad

Lo primero que debemos hacer si creemos que nuestro perro o gato padece sobrepeso es consultarlo con nuestro veterinario. El especialista debe evaluar y analizar el estado de salud de nuestra mascota y a partir de aquí, si lo cree necesario, personalizar un programa de reducción de peso. Cada perro o gato es diferente y por lo tanto, tiene necesidades diferentes. Si nuestra mascota ha sido diagnosticada como obesa es importante seguir estos consejos:

  • La pérdida de peso debe ser siempre progresiva y gradual, hay que tener paciencia y establecer objetivos realistas.
  • Debemos contar todo lo que el animal come durante el día. Si tenemos otros animales en casa, no los debemos alimentar todos al mismo tiempo a no ser que estén vigilados, ya que el animal en proceso de adelgazamiento podría comerse la ración de los demás. 

 

Una vez nuestra mascota se encuentre en forma, es importante mantener un régimen de conservación para evitar la recaída.

Seguir un control del peso del animal.

No darle nunca las sobras de nuestra comida, la suya ya tiene los suficientes nutrientes que necesita.

Que haga ejercicio con regularidad. En el perro, un paseo por la mañana y otro por la noche pueden ayudar bastante. En el gato, jugar unos minutos cada día pueden mantenerlo en forma.

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