Festival Pitchfork 2017, una mezcla de vitalidad, originalidad y trascendencia

Marco Morales/ Fotos: @pitchforkfest   25/07/2017

Festival Pitchfork 2017, una mezcla de vitalidad, originalidad y trascendencia

Festival Pitchfork 2017, una mezcla de vitalidad, originalidad y trascendencia

Marco Morales/ Fotos: @pitchforkfest

El clamor de Q-Tip fue el cierre perfecto a la presentación de 'A Tribe Called Quest' en el Festival Pitchfork 2017 después de una intensa y vibrante interpretación de We The People. Dejaron el Union Park lleno de entusiasmo y futuro, a pesar de que el set fue nostálgico y el primero sin el fallecido Phife Dawg. Esa alegría también ofrecía resistencia a los tiempos políticos por los que atraviesa Estados Unidos en tiempo de Donald Trump, las muestras de intolerancia racial que se creían superadas y la violencia que se vive en Chicago.

Las casi dos horas de A Tribe Called Quest serán memorables y dejaron al Festival lleno de una empatía que iba más allá de compartir tres días de música y experiencias. A veces pienso que festivales como Lollapalooza o Coachella son como parques temáticos donde en lugar de juegos hay escenarios con grupos e intérpretes que ofrecen viajes como el de una rollercoaster, mientras que en el caso de Pitchfork la sensación es diferente. Puede ser la atmósfera hip o el ánimo curatorial de su armado o simplemente porque es más pequeño. También se olvidan sus defectos, posibles incomodidades y pretensiones.

Se olvidan sin problema cuando uno está en medio de cientos de personas disfrutando de la facilidad con la que LCD Soundsystem arma un set en el que se pierde la noción del tiempo, se canta, se baila y a veces se ríe con las ocurrencias de James Murphy. El grupo pasa de canción a canción sin necesitar momentos climáticos porque cada una de ellas es un clímax en sí misma. Sus canciones nuevas ni siquiera lo parecieron. Lucían exactas donde entraron como si las vinieran tocando desde hace años. Pensé podrían hacer algún estreno extra, pero no sucedió y quizá no hizo falta.

Muy envolvente también resultó PJ Harvey que tuvo una presentación redonda. Primero impregnó una atmósfera diferente combinando su voz con partes de saxofón, las pantallas del festival en blanco y negro y un grupo de músicos extraordinario. Por momentos pensaba que todos eran vampiros salidos de algún lugar de Europa y que ejercían una especie de hipnosis sobre el público. Pero no necesitaban esos poderes, porque su fuerza estaba en su música, en su ejecución y en su performance en general. A veces uno puede dar por sentado que PJ Harvey cumplirá y dará un buen concierto e incluso impoluto. Pero va más allá de cumplir, supera las expectativas y no deja que uno pestañee ni un momento. Fue el set donde la gente más atenta estuvo y dejó pláticas e impresiones para después.

PJ Harvey no era headliner, pero debería serlo en cualquier lado al estilo Björk.

Otros pilares del festival que no se ubicaban ni entre los más esperados ni entre los grupos o intérpretes del momento, fueron el Thurston Moore Group que también se mostró a sus anchas en el escenario transmitiendo muy bien su estilo, su formación, su bagaje. Moore estuvo cercano al público contando anécdotas hasta de Black Flag  y muy seguro de su material y ejecución. Los Feelies y George Clinton and Parliament Funkadelic, lo mismo, y cada quien desde su trinchera porque parecían mundos aparte. Los Feelies demostraron que uno no puede dar por sentado que una corriente musical ha quedado atrás o son piezas de museo sónico. Ellos tuvieron la virtud de ser vigentes, interesantes y trascendentes. Mientras que la tradición de George Clinton sonó también con un sello propio de clásico.

La vitalidad, originalidad, experimentación y búsqueda de trascendencia también estuvieron presentes con Dave Longtreth de los Dirty Projectors. Los vi ahí mismo en el Pitchfork Fest hace unos años y ya sin Amber Coffman, parecían transformarse sin perder su ADN gracias a un grupo de apoyo muy bueno e interesante que si bien tuvo algunos momentos extraños solo podría atribuirse a la sofisticación que busca Longtreth. Uno de los momentos más gratos del festival fue cuando DAWN Richard subió al escenario para acompañarlo en Cool your Heart.

Muy grato también es acercarse al escenario pequeño del festival, el azul, donde los recuerdos traen a los Parquet Courts, Japandroids, James Blake, Zola Jesus, Perfect Genius o How to Dress Well.

Este año por ahí pasaron Mitski, Cherry Glazerr, Pinegrove, The Priests, Frankie Cosmos, Ne-Hi y American Football.

Mitski terminó llorando de la emoción de estar en un festival como Pitchfork y arropada por fanáticos, conocedores y curiosos. Fue muy buena su presentación y quedó claro que es mucho más que Your Best American Girl. Cherry Glazerr también se mostró con soltura, vitalidad y mucho futuro en el escenario, además de que la personalidad de su vocalista, Clementine Creevey, es magnética e infunde entusiasmo con toda la fuerza con la que toca su guitarra. Frankie Cosmos se mostró segura de sí misma aunque por momentos el set perdía fuerza por la naturaleza de algunas de sus canciones que son muy breves. No alcancé a ver a The Priests, pero al igual que Creevy, Katie Alice Greer, llamó poderosamente la atención y la gente no dejaba de hablar de ella, además de que luce armónica con sus compañeros cuando al menos apariencia podría parecer todo lo contrario.

Pinegrove, por su parte, invitaba a sentarse por un momento en el pasto y hacer lo básico: escuchar. El grupo suena muy bien y trasciende las etiquetas en las que algunos lo constriñen. Fue una invitación a escucharlo más. A mí me pasa que cuando salta alguna de sus canciones en mis playlists, se distinguen. En el caso de American Football su estilo me es muy adhoc y su más reciente disco me agrada bastante y el festival era un buen pretexto para escucharlos más y en vivo. Se trata de un grupo muy maduro que disfruta su reunión sin dejar de ser crítico y autocrítico. Fue muy bueno escuchar I´ve been so lost for so long.

Lo mismo sucedió con 'A 1000 Times con Hamilton Leithauser'. Cuesta todavía trabajo verlo fuera de The Walkmen, pero su voz e interpretaciones no dejan a deber en ni una sola de las canciones de su set. Me hubiese gustado estar más cerca de su repertorio para disfrutarlo más, pero fue una invitación a escucharlo con mayor frecuencia porque es uno de los mejores cantantes que hay y no desaprovecho para mostrarse irónico política y socialmente.

Quién me sorprendió por su fuerza e impacto fue Danny Brown. Sé que es buenísimo, pero no conectaba mucho con su repertorio hasta que lo vi en vivo y directo. No le pide nada a otros raperos y aunque lo asocio con violencia y situaciones de una Detroit lejana, al final transmite muy bien e incluso me gustó más que cuando lo escucho en streaming o en la radio. Ya había escuchado una entrevista con él en NPR y también me había sorprendido por su conocimiento de la escena. Muy bueno también Vince Staples, no tanto como Brown (según yo), pero luce como un tipo que va a crecer y podría alcanzar niveles muy altos aspirando a llegar a los niveles de Chance The Rapper o Kendrick Lamar.

Hace algunos años vi a Solange también en Pitchfork y me pareció muy divertida y agradable, pero pensé que tras su nuevo disco sería más madura y estaría dando un paso para adelante. Cranes in the sky me encanta, pero no vi a Solange todavía en un nivel como el que esperaba tomando en cuenta que cerraba el festival. Sentí un poco distante a Angel Olsen, pero quizá era por el lugar donde la escuché porque la muchedumbre que estaba mejor colocada parecía feliz. Jamila Woods, por su parte, también se apoderó del público con todo y que tuvo que llenar el espacio vacío que dejaron los Avalanches (lástima que no estuvieron). Me gustó mucho más Vagabond que ojalá siga trascendiendo. Todavía de repente me descubro cantando 100 years.

Pero claro más allá de aspiraciones, grandilocuencia, sofisticación, etcétera, la trascendencia a veces llega por otras vías y nos puede hacer felices ver por un rato a un grupo como Jeff Rosenstock. Será difícil olvidarlos, igual y al final será unos de los recuerdos que llegue con la memoria de A Tribe Called Quest.

 

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