José Saramago, el crítico de la modernidad
Demian Pavón 16/11/2017

José Saramago, el crítico de la modernidad

Demian Pavón
La literatura tiene el compromiso de ofrecer un reflejo de la realidad, apuntaba T. S. Eliot. y pocos escritores son justamente reconocidos en ese ámbito como José Saramago ( (Azinhaga, Santarém, Portugal, 16 de noviembre de 1922-Tías, Lanzarote, España, 18 de junio de 2010) . Saramago fue un crítico intenso de la Modernidad (concepto entendido como una categoría histórica, filosófica y artística); como nadie, encontró los problemas del pasado, presente y entrevió los del futuro; siempre de forma humilde. Por eso sus obras siguen y seguirán sirviéndonos. Hoy recordamos al plurifacético escritor (y principalmente, poeta) desde esta perspectiva.
Tuvo el valor literario para escribir sobre las principales dolencias sociales en Europa (y con ello, en el mundo). No se refugió en la retórica para esconder el mundo, como lo hacen muchos, optó por crear símbolos para comprender mejor.
Encontró la "llaga" en una sociedad conservadora e impositiva.... y apretó en ella. Desnudó los escenarios violentos de la dictadura y el capitalismo. No dejó de ver lo bello entre la podredumbre de la penumbra, por más que se tornasen complicadas las cosas. Igual que James Joyce, apostó por embellecer las pequeñas cosas de la vida: habló de hombres sencillos con problemas sencillos sin un lenguaje complejo. Su literatura no es superficial, es simple (la condición más elevada del novelista, según Gabriel García Márquez).
Los temas filosóficos en su obra atañen siempre a un cuestionamiento a múltiples temas cruciales para el autor: el papel del arte y el artista (consideremos su primera novela (Manual de pintura y caligrafía), la crisis existencial y desasosiego de nuestros tiempos (Ensayo sobre la ceguera o La Caverna), el furibundo e imperceptible paso del capitalismo en todo el orbe (Todos los nombres) o el recurrente e inconoclasta gusto del autor por increpar a la historia y religión oficialista en Portugal, y en el mundo católico cristiano (El Evangelio según Jesucristo y Caín y Abel).
Su hermoso país lo ligó casi consanguíneamente con el mayor poeta luso del siglo XX, Fernando Pessoa, con quien entabla un diálogo más que exquisito, en lo que considero su mejor trabajo: El año de la muerte de Ricardo Reis. En fin, el novelista, nacido un día como hoy, legó una obra que es fundamental para todo aquel que quiera cambiar su vida y al tiempo, entender mejor los intempestivos tiempos que vivimos.
Ahora mismo, leo su Poesía (editada en Alfaguara), que muestra a un nostálgico del romanticismo, de corte casi clásico. Saramago fue sobre todo, un niño siempre (escribió enternecedores cuentos para los niños de toda la vida) y nunca perdió la mirada poética que enamora al tiempo y lo vence.
El beso
Hoy, no sé por qué, el viento ha tenido un
hermoso gesto de renuncia, y los árboles han
aceptado su quietud.
Sin embargo (y es bueno que así sea) una guitarra
organiza obstinadamente el espacio de la soledad.
Acabamos sabiendo que las flores se alimentan en
la fértil humedad.
Ésa es la verdad de la saliva.
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