La tecnología... ¿nos está cambiando el cerebro?

02/05/2017

(Foto: elra01)

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Imagen Radio

Poniendo a Mèxico en la misma sintonìa.  

¿Has sentido que desde que compraste tu nuevo celular, se te olvidan más rápido las cosas?

¿Distracción? ¿Falta de atención? ¿Falta de orientación?

Científicos han encontrado evidencias de que la interacción con dispositivos móviles, realmente afecta a nuestro cerebro, pero… ¿qué tanto?

Haz memoria por un minuto, ¿recuerdas que hacías en caso de aburrimiento, ante de tener un teléfono inteligente?

Con las nuevas tecnologías y la innovación en comunicación móvil, los dispositivos han tomado el control de nuestras vidas, volviéndonos dependientes, impacientes e intolerantes.

Expertos coinciden en que la tecnología de alguna forma interviene en el comportamiento de nuestro cerebro, modificando sus conductas. Pero, ¿están estas afirmaciones suficientemente justificados como para plantearnos una tregua con los móviles y cambiar nuestros hábitos?

Mientras que 'las adaptaciones de los genes que moldean las especies tardan cientos o miles o millones de años, las adaptaciones fisiológicas, las del cuerpo, solo tardan días o meses', explica a Teknautas Emiliano Bruner, neurobiólogo del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH).

Sin embargo, averiguar exactamente qué tipo de modificaciones se producen por la interacción con los dispositivos electrónicos resulta complicado a nivel práctico.

Aunque actualmente se asume que el cerebro cambia con las circunstancias […], es difícil detectar si los cambios que se observan, sobre todo cuando las condiciones no están perfectamente controladas, se deben a uno u otro factor”, indica por su parte José María Delgado, director de la División de Neurociencias de la Universidad Pablo de Olavide (UPO), en Sevilla.

Resulta complicado estudiar estas modificaciones “por una razón más esencial: todavía no sabemos bien qué estamos buscando”, señala Bruner, y advierte: “Antes de buscar las respuestas, hay que encontrar las preguntas”.

Por esta razón, “muchos estudios científicos están todavía en etapa preliminar”. Entre ellos podemos encontrar desde trabajos con datos escasos y conclusiones difusas hasta otros suficientemente fundamentados para darnos algunas pistas sobre lo que está pasando en nuestra mollera.

¿Distraídos y desconcentrados?

Una de estas investigaciones, publicada en ‘PLOS ONE’, sugería que las personas que utilizan varios dispositivos a la vez presentan menor densidad de materia gris en el córtex del cíngulo anterior, una región cerebral implicada en el control de funciones cognitivas y emocionales. Los resultados refrendan, según los autores, estudios previos que relacionan la multitarea asociada a la tecnología con la facilidad para distraerse y perder la atención.

Sin embargo, los científicos firmantes admitían que sus hallazgos demuestran la existencia de un “vínculo” y no una relación de causalidad. Es decir, no sabían si el uso de múltiples dispositivos producía los cambios en la estructura cerebral o es que las personas con menor materia gris son más proclives a la multitarea.

Los cambios en el espesor de la materia gris son cambios muy considerables, que subyacen a cambios igual de considerables en el comportamiento humano y sus capacidades funcionales”, explica Delgado. El cerebro tiene una enorme capacidad para adaptarse a la experiencia o el aprendizaje “sin que esas distintas especializaciones funcionales tengan necesariamente que ser detectables en la ultraestructura cerebral”, dice el experto.

Algo similar ocurría con otro estudio, realizado por un investigador de la Universidad De Montfort (Reino Unido), que sugería que las personas que más tiempo pasan consultando sus móviles y navegando en internet tienden a cometer fallos de concentración en su vida diaria –olvidan cosas, se equivocan con frecencia, prestan menos atención a la cotidianidad, y 'meten la pata' más segudo. Osea que, ¿entre más usamos el celular no volvemos más tontos?

No exactamente: “Lo que extraemos de nuestra investigación es que hay un número estadísticamente significativo de individuos que afirman usar mucho su teléfono e internet y experimentan errores cognitivos”, aclara el investigador.

De nuevo, sigue sin estar claro si el uso masivo de la tecnología interviene o no en nuestros comportamientos. 

De todas formas, si realmente nos estamos volviendo más distraídos, “creo que es más bien la consecuencia de un uso incorrecto de la tecnología y no un problema de la tecnología en sí misma”, opina Bruner.

Según otro estudio publicado también en ‘PLOS ONE’, consultamos nuestro teléfono móvil una media de ¡85 veces al día!. Eso sin contar el tiempo que pasamos frente a una computadora, tablet, televisor y cualquier otro dispositivo.

Lo cierto es que disponemos de una memoria inagotable y disponible 24 horas los 365 días de la semana. Sí, se llama Don 'Internet, alias Google', y su existencia hace que hayamos dejado un poco de lado la nuestra. Lo han comprobado, entre otros, un equipo de científicos de la Universidad de California, que sometieron a 60 estudiantes a una prueba en dos fases.

Los resultados sugieren que confiar en internet para acceder a la información hace a uno más proclive a volver a recurrir a internet.

Aunque los resultados de investigaciones como esta demuestren que hemos cambiado nuestras costumbres y las fuentes de información que consultamos, no está claro si por ello hemos perdido capacidad de recordar o nuestra memoria sigue funcionando perfectamente (aunque cada vez la utilicemos menos).

No obstante, este tipo de cambios tampoco son algo nuevo, como explica Bruner, “también el uso del calendario, los relojes o la fotografía ha aliviado el cerebro de mucha responsabilidad, aumentando a la vez increíblemente nuestras capacidades cognitivas”.

Es algo que llevamos haciendo desde hace cientos de miles de años:

Aumentar la capacidad de la simbiosis entre materia orgánica

e inorgánica

”.

El cerebro tiene complejidad suficiente y capacidades adquiridas a lo largo de la evolución que cubren muy diversos aspectos como para cambiar su estructura cada vez que hay un cambio en el entorno”, incide Delgado. Y añade: “Las neuronas que pintaba Ramón y Cajal hace un siglo ya no existirían si el cerebro fuera tan cambiante”.

Dependiente a mi móvil...¿yo?

Otros investigadores analizan cómo la tecnología nos afecta psicológicamente. Larry Rosen, psicólogo de la Universidad de California, es uno de ellos. Junto con un equipo de colegas, ha demostrado que los dispositivos tecnológicos, o más bien su ausencia, se han convertido en una fuente de ansiedad. Siempre que se trate, eso sí, de un uso abusivo:

La dependencia de los dispositivos móviles, mediada por una insana utilización constante, puede llevar a un incremento de la ansiedad cuando estos desaparecen”, rezan las conclusiones de uno de los estudios de Rosen.

Entonces… ¿la solución es deshacernos de nuestros ‘smartphones’ y aparatos y con eso ‘volver a ser personas normales’?

La clave, está en la moderación. Hacer un uso adecuado de la tecnología tiene efectos positivos en la salud mental, de acuerdo con las respuestas de los encuestados a preguntas sobre felicidad, satisfacción y vida social.

Desde luego que la tecnología digital nos está cambiando”, asegura el neurobiólogo del CENIEH. Pero es que, como aclara Delgado, “aunque nos sentemos en una hamaca y no hagamos nada durante cinco horas seguidas nuestro cerebro va a cambiar”.

Sin embargo, el órgano que gobierna el cuerpo humano tiene capacidad de sobra para adaptarse, ya lleva siglos haciéndolo. “Nuestros cerebros son básicamente iguales a los que tenían los hombres y mujeres de hace miles de años, cuando nadie sabía todavía hablar francés ni inglés y las herramientas que manejaban se parecían bien poco a las actuales”, explica el neurocientífico.

 

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