Polvo
Gonzalo Oliveros 06/02/2017

Polvo: Idea Musical

Gonzalo Oliveros | Colaborador
Gonzalo Oliveros lleva más de tres lustros en la creación y producción radiofónica. Comenzó como parte del equipo creativo de NRM, de donde saltó...
IDEA MUSICAL
La última ocasión que estuvo en cabina Luis Gerardo Salas en RMX lo hizo sin decir su nombre. De hecho, utilizó un alias peculiar: Tito Molina. Ahí, aun cuando Rock 101 no encontraba su camino para proseguir la Segunda Odisea a través de la Red, recomendó y programó canciones que, hoy, son parte del catálogo de la estación, Sam Sparro con su rezo escrito en una servilleta llamado Black and Gold como ejemplo.
Esta semana, Luis regresó a una estación que, puede que haya cambiado instalaciones, cabina y hasta frecuencias en donde transmite, pero que lucha por mantener su esencia. No es tarea fácil.
La Radio es dicho sitio donde el balance entre el interés comercial y el mensaje lucha día a día. Luis Gerardo es un ejemplo de dicho conflicto. Al nacer Rock 101, ejecutivos del Núcleo Radio Mil insistían que el concepto debía ser de música High Energy -El dance barato de los ochenta que, sí, ha mutado pero prevalece como el dance barato del siglo XXI-. Su explicación era la que, una y otra vez, se escucha entre los ejecutivos de TODAS las corporaciones de medios en el mundo: hay que ir por un pedazo del pastel masivo.
No, no es una explicación basada en casos de éxito. Preferir lo uniforme por encima de lo extraordinario es, por definición, derrotista. Todos los ejemplos históricos dan relevancia y trascendencia a lo único, con a lo plano. ¿Qué conquista, descubrimiento, acto heroico viene de lo ordinario?
Los equipos de venta tradicionales, tan acostumbrados a la acción rápida y simplistas, preferirían el camino tradicional. En el NRM hubiera ganado el dance ochentero, en Radiopolis WFM no hubiera Dios ese semillero de talento en sonido y creatividad y, sí, conceptos como Stereo Soul en Guadalajara, D99 en Monterrey -el primero, no el de ahora- y RadioActivo no tendrían cabida en los libros de historia radiofónica.
Tampoco nosotros. Imagen se la jugó hace más de una década en una estación diferente en todos sentidos en Guadalajara. No éramos los típicos locutores de la plaza, no poníamos a los mismos grupos de ningún género que sonaban en ese entonces en la ciudad y, muchos, ni siquiera vivíamos en ella. Era descubrir nuevos senderos como Luis lo hizo en los ochenta, en los noventa, en el inicio de este siglo, ahora.
A cambio, el compromiso es no ser el locutor típico, matar el ego y privilegiar el conocimiento, la preparación, ser más que figura aliado, no cómplice de la estupidez que el cuadrante premia sino evidenciar su vacuidad. Luchar por un espacio que construya país con ideas nuevas en todas partes, incluso donde no te escuchas.
Ahí vamos ahora a una ciudad que para algunos es un misterio. Para mí, es una vieja conocida que se ha transformado en el cuadrante y no para bien. Cuidado: no quiero con esto descalificar lo que otros hacen, pero la uniformidad asusta, entristece, deprime pensar que en la ciudad donde más ideas se generan, pareciera que todas suenan igual. Peor: que todos quieran que se escuchen similares.
No en mi caso.
Por eso, ver a Luis, escucharlo de nuevo al aire en la Frecuencia Modulada del país da esperanza. Nunca las derrotas son permanentes. Siempre hay caminos por abrir. Lo extraordinario, lo único, lo que cambia el entorno es lo que se trasciende.
Nunca el cobarde, el pequeño, el mediocre escribe páginas en la historia. Por lo menos, no aquellas que enorgullecen.
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