¡Que Bonito es lo bonito! Este restaurante te encantará

Bonito es un restaurante fundado por Ramón Orraca, un chef mexicano con más de 25 años de experiencia que ha sabido darle sazón a sus restaurantes, no sólo por lo que a la comida se refiere, sino también por todo el concepto que maneja.

Entre sus conceptos restauranteros está precisamente Bonito. Su nombre es un simple adjetivo que designa algo con características que le hacen estético o agradable. Y no le podría venir mejor porque, así como el adjetivo que le da nombre, este restaurante es simple, estético y agradable, y en eso reside su encanto.

A nosotros nos tocó visitar Bonito San Ángel, que está en el corazón de esta zona sur de la ciudad, en la avenida La Paz 39. El restaurante se encuentra un piso arriba y para acceder hay que subir por unas elegantes escaleras de caracol. Ello no impide visitar Bonito San Ángel a personas en sillas de ruedas o con alguna otra discapacidad, pues tuvieron el gran detalle de pensar en ellos e instalaron un ascensor especial.

Eso nos sorprendió en primera instancia, pero después también lo bello del lugar. Las golondrinas doradas que sobrevuelan en las paredes y lo alto de los techos y lámparas colgantes de estilo arábigo dan un estilo único al lugar rescatando la arquitectura original, además, combina elegancia y naturaleza, pues está tapizado de plantas que le dan un toque de color. Todo esto exalta la sensación de libertad, otorgándole también un aire de tranquilidad que se aprecia mucho.

Otra cosa sencillita y carismática de Bonito San Ángel es su comida. Para empezar, Bonito no empezó por un concepto sino por un menú, y eso se nota en el esmero de hacer una carta que, aunque diversa, ofrece grandes combinaciones de entradas, sopas, ensaladas y platos fuertes que pueden ser acompañados con todo tipo de bebidas (o lo que ellos llaman “terapia liquida”).

Entre estas "terapias" destacan los vinos, teniendo una amplia selección de uvas, y las variadas cervezas artesanales tanto nacionales como internacionales. Por supuesto, no faltan los cocteles, entre los que se encuentran los mojitos y los clásicos martinis.

La comida en Bonito es definida como Pop Food, o comida popular globalizada. Así que es probable degustar algo nuevo pero con un toque familiar, como las curiosas mini gorditas -¡adorables!-, o la clásica crema de frijol pero con jocoque en vez de crema de vaca. Ahora que para quien gusta de algo más estilo “fast food”, Bonito también tiene pizza y hasta una hamburguesa, pero no de cualquier carne sino de foie gras.

Y para los indecisos siempre están las sugerencias al principio del menú, que son a las que nosotros acudimos. Antes pedimos una entrada de Carpaccio de atún fresco aderezado con salsa asiática, acompañado con unas ricas tostaditas de pan árabe, ideales para este platillo. De beber nos ofrecieron un agua ligera de zacate de limón, lo cual nos pareció muy original e ideal para disfrutar del sabor de la comida.

Como plato fuerte pedimos una de las sugerencias: los Ravioles rellenos de salmón, de los cuales no quedó pista… ¡estaban exquisitos! Y acompañarlos con una copa de vino fue la mejor idea: un delicioso Merlot.

Nos quedamos con muchas ganas de probar otros platillos que tienen esa cualidad de innovar sin perder el toque familiar, como las enchiladas de camarón y nopales. Pero ¡no todo se puede! Tendrán que esperar a nuestra próxima visita, que quizás sea al Bonito Condesa, ubicado en Nuevo León 103, en una casona construida en 1939 por el arquitecto Luis Barragán.

¡Ah! Por cierto que la atención también fue magnífica, y para irnos todavía más contentos... el postre: unos encantadores churros miniatura que vienen con vasitos de cajeta, rompope y chocolate blanco para “sopear” como Dios manda, acompañados con el cafecito de olla de ley.

Sin duda la conclusión inevitable de esta comida es que Bonito… ¡es muy bonito! Y se merece muchos piropos más, porque en este restaurante todo está hecho con pasión y con los mejores ingredientes, y se nota.