Stefan Zweig, estrella suicida de la literatura austríaca
Demian Pavón 28/11/2017

Stepan Zweig y Joseph Roth. Foto: Cortesía Penguin Random House

Demian Pavón
"A veces el genio se oscurece y se hunde en lo más profundo del corazón", frase perteneciente a el poeta bávaro Hölderlin, quien determinó casi proféticamente la melancolía que acompañaría a gran parte de los escritores europeos en las guerras (y entreguerras) que sufrío este continente durante los siglos XIX y XX.
El escritor europeo prototípico (y en particular el de lengua alemana) adquirió la condición de fiero e implacable, de raciocinio intempestivo, pero también de sensibilidad profunda y por momentos, visceral... sin duda, las guerras llevaron al corazón de los poetas a extremos antes no vistos. Y este es el caso del gran novelista Stefan Zweig, quien nació un día como hoy del año 1881.
Zweig es uno de los novelistas más prolíficos del siglo XX no sólo en su país o en Europa, sino en la historia literaria. Su obra es napoléonica, inabarcable y por decir lo menos, total. El austríaco trató de comprender múltiples pasajes del espíritu humano. También retrató, mediante una cualidad biográfica precisa y poética, la vida de hombres notables en la historia, no sólo escritores. Su afición por la vida nunca tuvo reparo.
Doctor en filosofía, no abandonó la cuestión del pensamiento en su obra, su libro Momentos estelares de la humanidad, es prueba de ello. Aficionado a Nietzsche, de quien fue contemporáneo, adquirió de él su ironía ante el pensamiento racional absoluto, que era entonces el dominante en el contienente, propio de la Revolución francesa. ¿Qué confianza podían tener los poetas en la razón al observar de frente una realidad en ruinas? Este tema persiguió siempre a Zweig, guiándole hacia por preguntas concretas y caminos de descubrimiento.
El siglo XX se configuraba en ruinas en Europa... éste sería el escenario de su pensamiento y literatura. Una literatura triste, decadente y ya alejado del esplendor de la promesa de ser modernos y vivir en paz los unos con los otros. Empero, debe decirse, a él le viene bien la frase de Pessoa: "No soy pesimista, soy triste". Nunca perdió la esperanza en la humanidad.
Con estilo inigualable, Zweig descifró pasajes de la psicología humana y lo plasmó en su obra. Ahí tenemos esa maravilla que es 24 horas en la vida de una mujer, para comprender mejor el pensamiento de una clásica mujer de mundo, aburguesada y hastiada de una vida bajo los cánones morales de la religión imperante. Supo adentrarse bajo la piel y el corazón de la mujer, el niño, el anciano: su obra describe los paisajes del alma.
Finalmente, su vida material terminó en el suicidio el 22 de febrero de 1942 en Brasil. Alejado de Europa al ser perseguido por los nazis, junto a su esposa decidió terminar con sus días en este mundo. La decadencia en él fue absoluta, pero no la de su persona, pienso, sino la del mundo en llamas que no pudo soportar. Su recuerdo por supuesto, se hizo inmarcesible.
Todo lo que tocó su pluma fue embellecido por las musas, por lo que pienso, cualquier libro de su autoría es bueno para comenzar a conocerlo. La editorial Acantilado ha compilado la mayoría de sus obras y en especial, recomiendo su estupenda edición del libro Novelas.
Su obra le posiciona junto a Hermann Broch, Robert Musil, Thomas Mann, Joseph Roth, Hermann Hesse y por supuesto Franz Kafka, dentro de los escritores indispensables de la literatura alemana del siglo XX. Hay que leerlo como a toda buena literatura, para cambiar la vida.
No se han visto estrellas más brillantes desde ese momento en el cielo.
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