Video: El largo camino al Mictlán, la tierra de los muertos

UNAM GLOBAL   01/11/2017

(Foto: UNAM)

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La muerte es un nuevo comienzo, los primeros pasos en la región de las sombras, en la oscuridad absoluta, sin ventanas, “de donde no se sale ni se puede volver”.

El Mictlán no era un lugar de castigo, era un lugar de destrucción. Antes de partir se le humedecía la cabeza al muerto y se la daba un jarro con agua para resistir la travesía:

Remontar dos sierras

Vadear un río custodiado por una serpiente

Pasar por un lugar protegido por un lagarto

Atravesar un cerro de pedernales

Ascender ocho páramos donde el viento corta como navajas

Surcar ocho collados donde no cesa de nevar

Cruzar el río Chiconahuapan

Al cruzar este río, recuerda Guillermo Arriaga en su libro El Salvaje, los muertos descubren que al llegar a la ribera, los aguardan sus perros. “Al reconocer a su dueño, menean sus colas, felices por el reencuentro”. El perro es el guía en esos infiernos. Juntos al Mictlán.

Pero quienes maltrataron en vida a sus perros, escribe Arriaga, no tendrán compañía.

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