Polvo
Gonzalo Oliveros 19/05/2017
Gonzalo Oliveros | Colaborador
Gonzalo Oliveros lleva más de tres lustros en la creación y producción radiofónica. Comenzó como parte del equipo creativo de NRM, de donde saltó...
RETROFUTURA
HACE 18 años Luis Gerardo Salas y un servidor llegamos a las instalaciones de Radiopolis -Aun no era Televisa Radio- para tomar el timón de WFM. 30 días antes, Ricardo Rocha lanzaba su canto del cisne y convocaba a Luis a tomar la dirección del 96.9 del Distrito Federal. Cambio absoluto: hoy no existe WFM, Ricardo Rocha no dirige estaciones de radio y el Distrito Federal ha dado para a la Ciudad de México.
Llegamos vestidos de traje. Recuerdo que odiaba los trajes -increíble- pero me puse uno color verde olivo y con solapas amplias. No, no de pachuco, pero distinto a lo que era el típico traje de oficina contable.
Al llegar no fuimos de forma directa a la oficina -amplia, de hecho, la más amplia de la empresa- de W, sino a donde atendía un hombre muy educado llamado Eugenio Bernal. Bernal estaba pasado de peso en ese Mayo del 99 así que se puso tres metas: bajar de peso, crear nuevas cadenas radiofónicas y hacer de Radiopolis un negocio rentable. Logró una de ellas, las otras quedaron truncas.
Al mediodía, llegamos a la oficina de W. En una PC de esas color oficina, escribía Héctor Padilla que, en tonces, usaba rizos del estilo entre Brett Michaels y Michael Bolton. Al vernos, Padilla volteó con odio y desconfianza para vernos.
Manuel Portilla era el gerente en funciones de WFM, nos recibió de buena gana pero con una advertencia: éramos bienvenidos pero no éramos necesarios. La estación se manejaba sola o, por lo menos, eso creían.
Salimos de Radiopolis ese día temprano. Era el último en el que dejaríamos esas instalaciones antes de las 11 de la noche por los próximos 23 meses.
Al día siguiente Luis Gerardo sacó los cuchillos. Portilla se fue y comenzó el proceso de selección del personal que permanecería en el proyecto. Proyecto que en un inicio se tituló WR y terminó siendo el Concepto Radical.
-Tiempo después, Televisa Radio pelearía que el concepto se llamaba WRadical en todas partes para, con ello, legitimar el regreso de una mujer que ya era anciana a sus 40 años. La juventud no viene de la edad física sino de la capacidad de cambiar el entorno. Nunca lo entendió-.
En esos días, más allá de esos personajes que pasaron por la oficina de Luis durante toda la mañana, sabíamos ya quienes estarían en la parrilla. Luis había convocado a El Muñecón y Mariana Hernández. Yo quería a Madela Bada. Ambos sabíamos que Roberto Escobar era indispensable.
Así, se quedaron Javier García -el eterno Javimix de talento enorme en la producción-, el propio Pada, Israel Pérez -sí, el Peez- y Fernando Benavides que, desde entonces, desplegaba habilidades y creatividad asombrosa. De igual forma, estaba Arnulfo, mi querido Humberto, Jorge -para los fanáticos de "Ya Párate", el famoso Moroco- y César, al que le dicen "Monstruo" pero que, desde entonces, está a mi lado.
Y sí, fue el Radical de la primera Corneta con Eduardo y José Ramón, de la Braun y Angel Dehesa, de Héctor Valdés a las cinco de la mañana y Pepe Ska los sábados cuando las manecillas del reloj apuntaban hacia el sol y el sol apuntaba a nosotros.
Nos aliamos con el Rímel y Pedro y Cookie y Ramiro y pasaron por nuestras cabinas David Morales y Digweed y Satoshie Tomie junto con Moby o unos iraníes que pensaban que Mahoma era Jesús, Buda, Amor.
Y le dimos hospedaje a Luis de Llano -en serio, tuvo programa ahi con su socio nefasto- y a Mercedes Zapata. Recorrimos el país y transmitimos en vivo el 1 de enero del 2000 -sí, de ahí mi obsesión-. Trajimos a Paul Van Dyk y al de las abejas en Tacha. Hablamos de política y volvimos popular el ICQ o cualquier messenger en la comunicación instantánea.
Programábamos a Beat y todo iba mezclado. Las disqueras nos odiaban y la competencia hablaba sobre qué tan putos éramos. De hecho, el día del cambio de W a Radical, al bajar unos de los posters de las paredes, apareció un dibujo donde Luis me sodomizaba. El dibujante había sido un ex colaborador del cual nadie daba el nombre, solo el apodo: Tiro.
Cree un programa de madrugada que tenía grado de dificultad: las primeras dos horas debía hacerlas desde un antro en donde, hoy, es la Torre Mayor y, una canción después, debía aparecer en Tlalpan 3000. Sí, arriesgábamos la vida. Tanto que, sí, hubo dolorosas pérdidas.
Año y medio después, la odisea acabó. Algunos se quedaron, muchos nos fuimos ante la insidia que los mandos de esa Televisa -tan oxidados y perversos como los de sus peores tiempos- levantaron contra quien no solo era mi jefe, sino mi amigo. Posiciones de poder nunca están por encima de posiciones de amistad, axioma de vida.
Luis ha logrado continuar sus éxitos con Rock 101. Yo, intento reiniciar la costumbre que un sector poblacional escuche el 98.5. No es el mismo del 99, por lo que merece más trabajo, más disciplina, más comunicación. Más Radio.


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