La canción más hermosa del mundo

Óscar Campos   17/06/2018

Óscar Campos

Ha escuchado radio desde que recuerda: pasó horas de infancia y adolescencia cerca de una bocina oyendo de todo, desde La Hora Exacta hasta Radio Variedades....

No podría recordar la fecha si no tuviera la ayuda de #DoñaWikipedia.

En la televisión terminaba el noticiero. Jacobo Zabludovsky (creo), decía algo de una cantante brasileña que había muerto a causa de una sobredosis. En la pantalla aparecía una mujer morena cantando a dúo con un hombre alto, frente a frente. La música se deslizaba por el cuerpo, corría sobre la piel y la mojaba de sonidos; las palabras eran suaves, flotaban sobre un río que había empezado a llenar mi casa.

Era el 19 de enero de 1982. Ese día había muerto Elis Regina y yo escuchaba la canción más hermosa del mundo.

 

***

É pau, é pedra, é o fim do camino;

é um resto de toco, é um pouco sozinho.

É um caco de vidro, é a vida, é o sol;

é a noite, é a morte, é o laço, é o anzol.

***

Elis Regina era la diosa brasileña de la música. Un país profundamente generoso en voces femeninas (Astrud Gilberto, Rita Lee, Marisa Monte, Bebel Gilberto, CSS, Maria Bethania, Gal Costa, Aracy de Almeida…) tiene en la cumbre a una estrella fugaz permanente, llena de dolor y belleza, que desgarró su vida con interpretaciones perfectas desde que era niña.

Elis murió de sí misma. Las pastillas y el alcohol fueron sólo el vehículo, la embarcación que la llevó de vuelta al océano, a la infinita negrura marcada de estrellas. Como dicen las crónicas, dejó tres hijos (dos de ellos estaban en casa esa mañana, jugando mientras esperaban ingenuamente que su madre despertara) y a millones de corazones transformados.

Elis no creó la bossa nova ni la MPB -música popular brasileira-, pero las llenó de vida. Cuando era la máxima estrella de radio y televisión se atrevió a llamar “gorilas” a los gobernantes de la dictadura y libró la cárcel y el exilio, aunque no la humillación. Otro de sus pequeños actos de resistencia era cantar una versión perfecta de Upa neginho, una canción de Edu Lobo que disfrazaba un mensaje contra la dictadura en la alegre y dolorosa esperanza de ver crecer a un hijo, al que le puedes enseñar todo… excepto la libertad, postergada a sangre y fuego.

 

***

É um peixe, é um gesto, é uma prata brilhando;

é a luz da manhã, é o tijolo chegando.

É a lenha, é o dia, é o fim da picada;

é a garrafa de cana, o estilhaço na estrada.

***

En 1974, la disquera Phillips le dio un regalo especial por su décimo aniversario grabando con ellos: cumplirle un viejo sueño.  

Tom Jobim era otra cumbre. El músico que le dio forma a la bossa nova, sofisticando los sonidos populares de Rio de Janeiro, destilando las percusiones estruendosas para que el ritmo fuera columna vertebral de un nuevo animal, un gato/un reptil/un ave de brisa y llovizna, brillante y suave. Con Tom Jobim los sonidos se expandían sin moverse, inundaban como el aire al abrir una ventana: aireaban los encierros, aliviaban el dolor y el miedo, refrescaban y consolaban.

Quizás por eso Elis quería grabar un álbum con Tom Jobim. Lo logró entre febrero y marzo de 1974 en Los Angeles. El resultado es la cima absoluta de la música brasileña, un cometa en el universo de la belleza: Elis & Tom, un álbum perfecto que comienza con la canción más hermosa del mundo.

***

É o projeto da casa, é o corpo na cama;

é o carro enguiçado, é a lama, é a lama.

É um passo, é uma ponte, é um sapo, é uma rã;

é um resto de mato, na luz da manhã.

***




Marzo, en Brasil, es el final del verano: esos días melancólicos durante los cuales cambia la luz, el calor cede, la fiesta se frena. Los días se van acortando y las noches traen frescura y nostalgia. Es la época de las tormentas torrenciales que arrastran todo tipo de objetos por los cerros y montes que rodean Rio de Janeiro: palos, piedras, ramas, botellas, tristezas, recuerdos.

Esa cascada inspiró a Tom Jobim una canción que, retratando esos objetos arrastrados por las lluvias, reflexiona sobe la vida incesante. La celebración y la alegría del verano se va transformando en la certeza de que todo terminará, en la necesidad de apreciar lo que tenemos, de vivir el presente que también es llevado sin piedad por el tiempo. Para Jobim hay una certeza en esa cascada infinita: que la vida seguirá, que las promesas podrán ser cumplidas, que el presente volverá.

¿Qué es más real que la belleza, qué es más bello que la realidad? Esa certeza es absoluta, fluye y llena los espacios donde suenan esas aguas de março fechando o verão, esa promessa de vida no teu coração. Y aunque ni Elis ni Tom siguen aquí, ahí están su voz, su alegría permanente en los surcos de un álbum.

 

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