"Ni pasa nada": el nuevo riesgo sísmico
Óscar Campos 08/09/2017


Óscar Campos
Ha escuchado radio desde que recuerda: pasó horas de infancia y adolescencia cerca de una bocina oyendo de todo, desde La Hora Exacta hasta Radio Variedades....
El sismo de la noche de este jueves 7 de septiembre confirmó algo muy importante: los habitantes de la Ciudad de México tenemos eso que llaman "cultura sísmica", y mucha. Sabemos qué hacer en caso de temblor, conocemos perfectamente la alerta sísmica, somos usuarios de apps como Sky Alert y aplicamos muy bien el No-Corro-No-Grito-No-Empujo. Claro, este aprendizaje no salió de la nada.
En septiembre de 1985 aprendimos a la mala las consecuencias de ignorar que vivimos en una zona sísmica (o de huracanes, inundaciones, incendios forestales, tornados; según sea el caso). Salimos a las calles y vimos los edificios de toda la vida convertidos en montones de piedra, supimos de alguien que desapareció, perdimos algo. Pero también ganamos.
Hoy tenemos mejores normas de construcción, hemos incorporado a nuestro vocabulario los términos propios de la protección civil, sabemos qué hacer en caso de simulacro, no saturamos las líneas telefónicas... en fin. No es necesario haber vivido la tragedia para estar listos. Pero ahora tenemos otro riesgo, justamente generado por el éxito de estas medidas.
Sí, la Ciudad de México aguantó un temblor más fuerte que el de 1985. Se cayeron las típicas bardas de predios abandonados y hubo mucho consumo de "bolillo-para-el-susto" y hasta allí. Pero eso no quiere decir que se haya terminado el peligro. El nuevo riesgo es creernos que ahora sí aguantamos todo y ya no hay de qué preocuparse. No, de hecho es todo lo contrario.
El terremoto de 1985 fue especial por su duración, intensidad y tipo de movimiento: fue una tormenta perfecta trepidatoria de dos minutos que se encontró con edificios mal construidos y con mal mantenimiento en zonas que no teníamos ni idea de que eran vulnerables. Si bien los dos últimos factores están bastante mejorados, el primero jamás será controlado. Nunca dejará de ser ésta una zona de temblores, con fallas que van acumulando mucha energía y que algún día se liberará.
Y lo mismo aplica para huracanes y tornados. La naturaleza es impredecible y debemos estar listos siempre. Aunque esta vez "no pasó nada" (un término muy equivocado, por supuesto), no podemos bajar la guardia. Sabemos qué hacer para estar listos y reaccionar. Hay que mantener la cultura de prevención para que un gran susto no se convierta en una pesadilla.
Como nos pasó en 1985.
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